Al dejar la cama que una vez compartiste un tu pareja, has aprendido a asociar tu cama actual con un buen descanso. Sin embargo, una vez hayas trabajado en tus hábitos, conozcas tus necesidades, y hayas encontrado un patrón del sueño que se adapte a ti, puedes intentar regresar gradualmente a tu cama compartida. Es posible que esa cama te recuerde la falta de sueño, e incluso el insomnio, que has sufrido en ella. Y es normal que eso te pueda generar preocupación y ansiedad.


Si es este el caso, ¡empieza por convertir la habitación en un espacio agradable! 


Quizás puedas ordenar el dormitorio y apartar todas aquellas cosas que no estén relacionadas con el sueño (cosas del trabajo, material deportivo...). También puedes aprovechar para cambiar las sábanas o las cortinas, ¡o haciendo una transformación total de la habitación!


Luego, regresa gradualmente al dormitorio. Empieza con 1 o 2 noches a la semana, si puede ser durante el fin de semana. Así evitarás preocuparte por tener una mala noche y no poder rendir bien al día siguiente en el trabajo.


Una vez veas que esas primeras noches van bien, puedes ir aumentándolas progresivamente. 



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